Alta Pavina. Sorprendente apuesta. Apenas a dos kilómetros de las orillas del Duero y a menos de cinco de los limites de una de las Denominaciones de Origen más famosas del mundo por la Tempranillo, dos hermanos, Hugo y Daniel, son los impulsores de una locura que comenzó en 1985: el cultivo y la producción de vinos elaborados con Pinot Noir.
Un mundo de frescas sensaciones nunca antes vividas tan cerca de la Ribera del Duero a más de 1.000 metros de altitud y en una tierra que tampoco es la más apropiada para su cultivo por la delicadeza de la variedad.
No es ningún secreto que como dijo el enólogo André Tchelistcheff a la Cabernet Sauvignon la hizo Dios y a la Pinot Noir, el diablo.
Extremadamente sensible a los cambios de temperatura, el viento, y el tipo del suelo en el que crece, es por eso que encuentra en tierras de la Borgoña francesa el mejor lugar para su desarrollo. Pero también en otras regiones del mundo como Yarra Valley (Australia), Napa Valley (Estados Unidos), Lombardía (Italia) o en determinadas regiones Sudáfrica y Alemania y ahora también en los márgenes del río Duero en Valladolid.
Contenidos
Alta Pavina, el sueño que se convirtió en una maravillosa realidad.
Historia de una locura tan repleta de sensaciones como el Pinot Noir
Desde 1985 lleva cultivándose Pinot Noir en la provincia de Valladolid, sin que prácticamente nadie lo supiera, en una pequeña bodega familiar que recibió el impulso definitivo 16 años después cuando dos hermanos emprendedores decidieron adquirirla, precisamente por la originalidad de la variedad que cultivaba.
Sin apenas vocación profesional por el vino, pero si con la pasión de su padre que pisó mucha uva en su infancia castellana, enamorado de Ribera del Duero, y gran amigo del sumiller Custodio López Zamarra quien le introdujo en los vinos de Borgoña, hizo que en Alta Pavina confluyeran todas sus pasiones, emociones y sentimientos.
Sin pertenecer a la Ribera del Duero están muy próximos a su entorno. Fuera de sus límites por apenas unos kilómetros ya que lo que se buscaba era una mayor altitud para el cultivo de tan especial variedad que tampoco está recogida por la DO.
Y una apuesta original, novedosa y diferente a todo lo que se estaba haciendo en la zona. Un proyecto tan diferente que en él los hermanos Daniel y Hugo encontraron todos lo que estaban buscando para hacer unos vinos únicos, con una idea diferente, mucha personalidad y capaces de seducir y conquistar a los paladares más expertos y exigentes de todo el mundo.
Citius, Pinot Noir para amantes de lo bueno.
Un tinto de expresión compleja, con ricos matices de fruta negra bien fundidos con las notas que aporta la crianza en roble y una boca fina y aterciopelada. Medalla de Oro en el mundial de Pinot Noir.
La Borgoña de la Ribera del Duero en un viñedo realmente singular
El eje en torno a lo que gira todo en Alta Pavina, precisamente, es a la variedad Pinor Noir.
Por este motivo no pasaba nada porque la bodega se encuentre fuera de sus límites.
Buscaban altura para su cultivo y hubo que subir hasta los 1.000 metros para encontrar el lugar ideal.
Temperaturas más frescas y mayor contraste térmico entre el día y la noche que acaba generando tal estrés a la planta que se traslada incluso en los vinos.
Placenteras y estridentes sensaciones, novedosas, y diferenciadoras que, además, tienen mucho que ver con su terroir, con la variedad, con cómo se desarrolla, y la particular climatología alrededor del viñedo.
35 hectáreas en total en el que el Pinot Noir es el gran protagonista ocupando más de 20 a las que pronto se sumarán otras 5 hectáreas más, Cabernet Sauvignon (6) y el resto de Tempranillo.
Junto a ellos en la viña trabaja el prestigioso Claude Bourguignon quien ha sabido trasladar a este particular lugar la forma de trabajo de la Borgoña francesa y sus grandes viñedos.
Así, poco a poco fueron rectificando cepas, añadiendo pulgares, restando algunos, etc. mientras que en la bodega se transformaban los algo rudos primeros vinos de Alta Pavina en otros más modernos y, por supuesto, originales.
Pago la Pavina, Cabernet Sauvignon realzando al Tempranillo
Destaca por su potencia inicial, acompañada por sensaciones de finura y elegancia aportado por las varietales ensambladas. Largo, intenso y muy agradable por ese equilibrio manifiesto.
Vinos únicos y originales, pero de verdad, cargados de personalidad
Aunque suene a tópico cada vez que se habla mas de estos vinos y no solo por ser los únicos Pinot Noir del entorno de la Ribera del Duero sino, también, por su corte internacional.
Mantienen toda la elegancia de la variedad, ligeros, livianos, y con unas connotaciones muy suaves, pero, por otro lado, en Alta Pavina le aporta grandes dosis de diversión y, sobre todo, la fuerza de la tierra en la que se encuentra a orillas del río Duero.
Sorprendente carácter con notas florales, balsámicos, color casi translúcido y ribete anaranjado que se intensifica por la cantidad de sol que recibe y los 35 años de antigüedad del viñedo.
Pavina Blanco, El verdejo de Castilla y León que quiere todo el mundo.
Estructurado y con volumen. Suave, ligero, fresco, sabroso y retrogusto con leve amargor, dándole una gran personalidad. Tiene una acidez media-alta que combina muy bien con la particular mineralidad de éste vino que lo hace fácil de beber.
Alta Pavina y sus vinos de Cabernet Sauvignon, Verdejo y Tempranillo.
Por otro lado, también elabora vinos sin Pinot Noir como Pago La Pavina que mantiene intacto el espíritu de los vinos más clásicos de la zona a los que Alta Pavina aporta toda su personalidad y originalidad.
Coupage de Tempranillo y Cabernet Sauvignon con una crianza de al menos 12 meses de barrica de roble francés y un poquito de americano (menos del 20% y, sobre todo, para el Cabernet).
Goloso y con gran expresión. Connotaciones limpias, puras, e intensas. Ribera del Duero en esencia, pero con el carácter que imprime el estrés que sufre la viña a más de 1.000 metros y una vinificación innovadora. Auténtica joya y muy valorada por los grandes críticos.
Pavina, Tempranillo y Pinot Noir para amantes de lo exclusivo.
Fácil de beber por la frescura, suavidad y sensación aterciopelada que deja la Pinot Noir y la golosidad de la tempranillo, creando una perfecta armonía. Los taninos están muy pulidos, lo que le hace aún más agradable, invitando a continuar degustándolo.
Gracias a vinos como estos lo que en sus orígenes fue una pequeña bodega familiar con una propuesta innovadora, pero muy arriesgada, y apenas conocida.
Hoy es ya una realidad que se puede disfrutar en las mesas de más de 20 países de todo en el mundo desde Kenia en África hasta China o Japón en Asia, pasando por Estados Unidos, Canadá, México o Perú en América.
Y más que lo hará en los próximos años con un proyecto de enoturismo al que se está terminado de forma o un nuevo vino, secreto hasta el momento, que promete sorprender a cada sorbo y que al menos tardará en ver la luz un par de años por su meticulosa elaboración.
Pequeños pasos, pero firmes para una bodega tan sorprendente como su apuesta por el Pinot Noir.