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Besos y Lágrimas de GAPWINE EXPERIENCE

Como Mediterráneo que soy el vino forma parte de mi cultura, mucho más para gente de mi generación para la que el contacto con el vino se desarrollaba desde la infancia: nuestras madres nos daban un vasito de vino dulce, batido con una yema de huevo cruda para abrir el apetito ya a los 3 o 4 años, y para merendar a veces una rebanada de pan mojada con vino tinto y un poco de azúcar por encima, que decían que el vino ayudaba a “hacer sangre”. Y un detalle importante es que, en nuestra cultura, el vino es parte de la gastronomía, no una simple bebida sino una parte muy importante de nuestra alimentación.

Hemos crecido familiarizados con los viñedos y olivos, por lo que ya de adulto, en 1992 (año mágico para Barcelona y España) cuando se cruzó en mi camino poder formar parte de este mundo no lo dudé, y de hecho creo que fue una gran decisión porque desde entonces mi vida ha estado ligada a este ser vivo.

Justamente esa es una de las cosas que más me han enganchado al mundo del vino: que se trata de un ser vivo, a través de la viña transformamos el alimento que la tierra le da en un nuevo ser, con muy variados caracteres: joven y vigoroso, afrutado y amable, tánico y áspero, madurado en madera con muchos matices y un sinfín de diferentes cualidades que hacen de cada uno de ellos, de cada variedad un mundo diferente de colores, aromas y sabores. Un ser que si es bien tratado tiene una larga vida, que puede enfermar o marearse pero si se le da el debido reposo se llega a recuperar. Son tantos los paralelismos con el ser humano que no acabaría. Y otra de las cosas que te atrapa en el mundo del vino es que siempre está conectado con la cultura, la gastronomía, el arte y la socialización.  ¡Son tantos y tan variados los buenos momentos a compartir con una copa de vino en la mano!

Por eso una vez se me abrió la puerta para acceder a este mundo, al principio todo por descubrir, ahora tras 25 años mucho más aún, fue algo parecido a un sueño convertido en realidad, y además me ha dado la oportunidad de conocer mejor primero mi país, luego medio mundo, lugares que había soñado desde niño. Conociendo a multitud de personas de todos los ámbitos, y sus culturas, viviendo las más impensables situaciones y enriqueciéndome en ese sentido como nunca hubiera imaginado.

Por todo eso, y mucho más, he sentido que ha llegado el momento de aportar mi experiencia a crear una serie de nuevos vinos que espero expresen mis emociones y aporten reflejen mis experiencias, pero sobre todo que sean testigos de muchos encuentros, veladas, momentos especiales y conversaciones entre gentes de todo el mundo, y que sean vínculo y placer añadido a éstos.

Para ello nace en primer lugar Besos y Lágrimas, nuestra primera creación, inspirado por Marina Parfenova y de la mano de las enólogas Ana Becoechea y Marta Giménez, ambas con un largo recorrido en el mundo de la vinicultura.

Besos y Lágrimas

La Garnacha tiene una calidad que no muchas uvas tienen: la estructura para hacer un vino potente, pero dependiendo de la vinificación que se haga también la fruta que le permitirá, después de una maceración adecuada, tener este toque femenino de seda en el paladar que lo hará un vino para enamorarse, estructurado y poderoso, y suave y sedoso al mismo tiempo. Por lo tanto, será adecuado tanto para conocedores como para paladares principiantes. Parte del vino tuvo una corta crianza en roble francés y americano, solo por 3 meses, la primera, para darle a Besos y Lágrimas un toque de complejidad, vida más larga, aromas especiados y mucho gusto. Otra parte ha sido elaborada como un vino joven para mantener el sabor afrutado y la frescura para darle un toque sedoso.

A Flor de Piel - Blanco

En esta ocasión, junto a Marina, Hemos querido crear un vino de carácter amable, pero con personalidad, con la frescura y delicadeza que le aporta la Macabeo, y el cuerpo y pasión que le aporta la Chardonnay.

Después de hacer varias probaturas de diferentes coupages, al final hemos decidido hacerlo con estas dos variedades: la predominante, Macabeo, al igual que la Garnacha de nuestro tinto, también es de origen Aragonés y la Chardonnay procedente de Francia, aunque llegó a España hace más de un siglo y se puede decir que está perfectamente adaptada al suelo y clima de Longares, en el Campo de Cariñena.

Sutil y penetrante, afrutado y aromático, combina perfectamente con temperaturas cálidas y ardientes. Ideal para compartir con los seres queridos e incluso para acompañar muchos tipos de comidas: ensaladas, pastas, pescados y mariscos, platos picantes, o ¿por qué no ? solo una conversación encantadora y una buena compañía.

A Flor de Piel – Rosado

El Rosado es un vino fresco, alegre, sensual, un vino para disfrutar de los largos y calurosos días de Verano, y para disfrutar la frescura de las noches en una terraza, y trasladarnos con su aroma y sabor a paisajes amables, playas tropicales o verdes praderas.

Decidimos hacerlo con las dos variedades más famosas y extendidas de uva tinta de España: Tempranillo y Garnacha, haciendo este coupage podemos mantener un equilibrio perfecto de acidez, con carácter frutal y manteniendo un nivel de azúcares residual suficiente pero no exagerado de manera que el final es muy agradable, por lo que es un vino fácil de beber, pero con una persistencia notable.

Lo elaboramos con el método de sangrado, pero retirando los hollejos muy rápidamente para mantener ese color pálido, típico del Vino Gris, o el estilo Provenzal, muy sutil. A continuación, sigue el mismo proceso de elaboración que nuestro A Flor de Piel blanco, con fermentación a temperatura controlada, estabilización muy cuidadosa, clarificación, filtrado y embotellado.

Al beber, gota a gota, los pétalos flotantes me rozarán los labios, como labios de amante; y en su llama o su nieve de idéntico destino, serán como fantasmas de besos en el vino.