Museo del vino de Peñafiel. Una visita obligada para amantes del Ribera de Duero

El escenario

Sobre el cerro en que se alza majestuoso el Castillo de Peñafiel a lo largo de más de 200 metros, el viajero contempla los valles del Duratón, el Duero y el Botijas.

Así, quien ha decidido unir su pasión por conocer lugares únicos con el interés por el buen vino, es muy pronto consciente del icónico emplazamiento en que se halla.

Esta inexpugnable fortaleza, que tantas batallas ha contemplado durante siglos a sus pies, aguarda hoy pacífica a quien decide hacer enoturismo en la Ribera del Duero, como un hospitalario barco que hubiese quedado varado en medio de la meseta castellana, dispuesto a ofrecer a todo aquel que decide embarcar un apasionante periplo por algunas de las mejores denominaciones de origen de España.

La oferta

Si pensamos como destino en Castilla y León, el turismo por la ribera es ineludible. Ante una oferta tan rica y variada, nunca sabremos si el vino es una excusa para conocer lugares mágicos, si los enclaves descubiertos son el pretexto para una buena comida, si las exquisitas viandas nos guían hacia la arquitectura más imponente o si la contemplación de la misma nos invita a degustar unos caldos recios al tiempo que sedosos, con un rotundo carácter y, al mismo tiempo, serenos y pausados, propiciando la parada en el camino y el disfrute.

El Museo del Vino de Peñafiel

Quien se anime a visitar el Museo del Vino de Peñafiel encontrará un equilibrio perfecto entre la tradición y las formas más actuales de comunicación audiovisual a la hora de contar la peripecia humana y su relación con la evolución histórica de la elaboración de los vinos. Paneles interactivos, piezas, réplicas de utensilios y vídeos explicativos jalonan un recorrido apasionante a través de cada sala.

Un recorrido que nos cuenta de forma pormenorizada el progreso humano a la hora de mejorar y engrandecer la calidad del vino. Un relato que nos desvela, de forma simultánea, y quizá sin pretenderlo, nuestra propia transformación como especie a lo largo de los siglos.

Podremos asistir a catas profesionales y degustar cada una de las cinco denominaciones que componen el incuestionable póker de ases de los vinos de la ribera del Duero: 

• Tierra de León,
• Ribera del Duero,
• Cigales,
• Toro
• y Rueda.

Dispondremos también de una amplia biblioteca y de una sala dedicada en exclusiva a los más pequeños, lo que nos permitirá disfrutar de forma más completa la experiencia mientras ellos se entretienen con sus juegos.

Incorporar el vino a nuestro viaje nos hace mirar al pasado, disfrutar intensamente del presente y proyectar aquello que somos, deseamos y anhelamos al futuro. Ese reposo para degustar aquello que se hizo con tanto mimo y envejeció paciente para nuestro paladar le dará otro sentido a nuestro camino.