Vinos para Semana Santa hay, como también Yemas de San Leandro o de Santa Teresa, Mazapán de San Clemente, Amarguillos, Bollitos de Santa Inés, Rosquillas de Santa Rosa y también las de San Isidro con su toque de anís… No hay Santa sin su postre ni convento en el que no lo preparen.
No hay duda allí desde las cocinas hasta el refectorio todo huele a dulce, azúcar tostado, canela en rama, mermeladas y confituras de frutas, deliciosas esencias… y, sobre todo, a horno antiguo. De los de toda la vida y de las manos de las monjas de clausura el milagro cotidiano de la harina, de las yemas de huevos frescos y de la manteca del que cada día salen dulces, rosquillas o magdalenas. Hay muchas más. Chulapillas de la purísima, nevaditos, delicias de San Bernardo, herraduras de la Piedad, trufas de Santa Clara, tejas de Santa Ana… y, por supuesto, tocino de cielo.
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Vinos para Semana Santa o como disfrutar en cuerpo y para el alma
Sin embargo, no solo de dulce vive el hombre. Ni mucho menos en conventos y monasterios. Por cierto, muchos de los platos más populares hoy tuvieron su origen tras sus fríos y gruesos muros. Recetas guardadas en silencio, transmitidas de generación en generación, o en manuscritos guardados en sus bibliotecas como auténticos tesoros. Eso sí, en realidad no tiene secretos. Solo dos, sencillez, austeridad y, fundamentalmente de la huerta. ¡Cómo dios manda!, pero sin renunciar a la innovación. ç
Eso sí, siempre con lo que hoy está tan de moda como el producto de proximidad y de temporada. El piensa global y consume local, desde la Edad Media. Tampoco hay que olvidar que en determinadas órdenes religiosas el consumo de carne está directamente prohibido y eso limita las posibilidades. El auténtico milagro de los peces y los panes.
Sopa boba o de convento y Tempranillo de Toro
Además, tiene otra característica esencial. Muchas de sus creaciones son platos para compartir. Menos es más y al alcance todos nunca mejor dicho. Sí, a la sopa boba, aunque no se sabe si es porque se trataba de la que se repartía entre los pobres o si, por el contrario, porque no tiene mucha complicación elaborarla. Cocina de aprovechamiento para la beneficencia con tantas versiones como casas o conventos.
Ligero caldo caliente para los días fríos de invierno que se suele acompañar de un mendrugo, ajo y pimentón, para darle un toque extra de sabor y rara vez, o de tarde en tarde, un trozo de jamón, chorizo o carne. Afortunado el que lo encuentre. No es exactamente como la sopa castellana, pero se le parece e, incluso, en Salamanca la preparan con callos. Textura de intensidad divina.
La cuadrilla, el vino de Toro más desenfado y afrutado.
Ideal para fiestas y reuniones, además de combinar con muchas comidas lo que le convierte en un vino de características únicas para sorprender y agradar a cualquiera.
PRECIO POR
BOTELLA:
5.50€
Duelos y quebrantos con Garnacha de Almansa
Y no hay sopa boba sin duelos ni quebrantos. Dicho así suena muy a Don Quijote de La Mancha. Todo el mundo lo ha oído en alguna ocasión y pocos los han probado salvo los que viven en la región del Ingenioso hidalgo.
Por eso, Pedro Calderón de la Barca los definió de una forma mucho más sencilla de entender que casi de prepararlos: “huevos y torreznos bastan que son duelos y quebranto”.
Así de fácil. Económico y, sobre todo, rápido para poderlos ofrecer en un santiamén, nunca mejor dicho, a los viajeros cansados y hambrientos. Hay muchas variantes de la receta y, quizá una de las más sorprendentes es la que entre sus ingredientes incluye huevos y tocino, por supuesto, pero también entreverado, jamón, sesos de cordero, manteca de cerdo, sal y pimienta. Pecado no probarlos y más si no se hace con una Garnacha de Almansa
Garnacha Tintorera caliza y mediterránea
Almansa, fresco, goloso y sabroso y tras 6 meses de crianza en roble francés es la seña de identidad de este paraíso ecológico de esencia mediterránea. 91 puntos. Robert Parker.
PRECIO POR
BOTELLA:
9.45€
Olla del Capellán y tinto de Extremadura de lo más reconfortante
Lo mismo pasa con la olla del Capellán. No es la podrida, pero casi, casi. Más elaborada que los platos anteriores y de vegetariano prácticamente nada. Solo hay que mirar la receta para darse cuenta.
Un poco de todo. Garbanzos, carne de cerdo, chorizo, morcilla, tocino y verduras como patatas, zanahorias y pimiento. Todo junto en un puchero de barro y directamente a las llamas de la hoguera que todo lo purifica. Dentro más calor que en el infierno. No hace milagros, pero da gran consuelo al estómago.
Sobre todo, de sacerdotes y clérigos de las parroquias de la zona, también de La Mancha y Extremadura. Así, sin duda, todas las plegarias serán escuchadas con este guiso único al que solo hace falta acompañarlas como Marcelino. Ya se sabe, pan y vino.
Imprescindibles en la buena mesa y también en el convento.
Un vino elegante con crianza en roble
Este gran vino se favorece del cuidado exquisito de las plantaciones propias de tempranillo que con selección en campo y en bodega, aportan complejidad y mucha fruta a cada deliciosos sorbo.
PRECIO POR
BOTELLA:
5.00€
Maridajes cuyo pecado es no probarlos
Sangre y lágrimas de Cristo. Y es que el vino está tan ligado a la cocina de los conventos y los monasterios como las magdalenas, bonito nombre, o las almendras garrapiñadas.
Ya lo dijeron Pedro Moularne Michelena Sin vino no hay cocina, pero sin cocina no hay salvación, ni en este mundo ni en el otro, o Baltasar de Alcázar. Con dos tragos del que suelo llamar néctar divino, y a quien otros llaman vino porque nos vino del cielo, pero también de la cultura popular:
San Roque es el mejor santo que hay en los cielos divinos, y los cofrades le honran a puro trago de vino. Por eso, siempre es el mejor maridaje para otras creaciones gastronómicas de monasterios y conventos como la sopa de vigilia, el puré de San Juan, los garbanzos a lo Carmelita, los huevos cielo, la tortilla Cartujana, el arroz a lo pobre, las pechugas de pollo cardenal… Todos divinos y el pecado es no haberlos probado antes. Y puedes encontrar los mejores vinos en CataTú y comprar online directo desde la bodega.