Más allá del Gin Tonic: cócteles con ginebra

¿En copa de balón o en vaso ancho? ¿Con hielo u on the rocks? ¿Deslizar el agua quina por una cuchara de espiral o verterla directamente? ¿Lima o limón?  ¿Aderezada con otras especias o al natural?… Casi imposible ponerse de acuerdo y eso que aún ni se ha mencionado la ginebra ni la tónica. Ahí ya la cosa se puede complicar hasta límites insospechados.

Para gustos colores que también las hay azules y hasta rosas. Pues si en algo coinciden los amantes de la ginebra es que lo raro es beberla sola. Y no se refieren a hacerlo en compañía sino más bien a palo seco. Bueno, hasta para eso hay escépticos que aseguran que está en el top 10 de destilados que se toman así, de la botella al vaso. Sí, tan solo por detrás del bourbon, whisky, ron, tequila, brandy, coñac y vodka. Por los pelos, pero está.

Cócteles de ginebra, mejor bien acompañada que sola

Digan lo que digan a la ginebra no le va nada lo del mejor sola que mal acompañada. Para nada. De hecho, la razón es muy sencilla. Los botánicos con los que se destila realzan la intensidad de sus matices al entrar en contacto con otros líquidos.

Eso sí, todo con cierta lógica, que no todo vale. Además, siempre hay que tener en cuenta que no hay dos iguales. Cada una tiene su propio estilo y personalidad, también su sabor. Darkside, French 75, Gin Mule, Gimlet, Negroni, Gin Rickey, Tom Collins y hasta el famosísimo Gin o Dry Martini, tienen algo en común. ¡Mejor con ginebra y siempre mezclado, pero no agitado! No al revés. De las pocas cosas en las que se equivocaba Bond. Todo hasta que en Casino Royale respondió eso de… ¿Tengo cara de que me importe? Pues de eso va esto, de disfrutar de la ginebra.

Dry Martini, ¡mezclado, pero no agitado!

Importante que sea así. El orden de los factores sí que puede afectar al resultado y lo hace. De lo que se trata es de enfriar la bebida y mover en exceso la coctelera puede terminar diluyendo demasiado el coctel. ¡Hasta un 10% extra de agua!

Es demasiado, ¿verdad? Así, mezclar es la única opción. El resto es ya historia del cine. Dos partes de ginebra (nunca vodka), otra de vermut blanco, una pizca de sal y ¡fresas! Nada de aceitunas, si lo que se buscan son nuevos matices. El aliño de los encurtidos puede enmascarar parte de las sensaciones naturales del destilado. Y la London Dry Gin9 de Mascaró las tiene y muchas. De lo más emocionante.

Gin Tonic, la reina de las sobremesas

Mucho más sencillo es lo del Gin Tonic. Al menos en principio porque hay auténticos tratados sobre como preparar el perfecto. Por haber hay estudios científicos sobre el grado de inclinación y la temperatura a la que se debe añadir la tónica para que no se rompa la burbuja.

Tampoco hay que darle muchas vueltas, se perderán de todas formas. Lo básico, ginebra, agua de quina, rodajita de limón, hielo a tope y tiempo para disfrutarlo. A partir de ahí solo hay que echarle imaginación: bayas de enebro, canela, pimienta, regaliz, naranja, pepino, frutos rojos y hasta café. ¡Al gusto! O también se pueden sustituir por las ginebras únicas y aromáticas de Hendrick´s.

Tom Collins, cóctel de auténtica tentación

Sin duda lo del Gin Tonic es para pasar una tarde de cine, pero lo del Tom Collins es una tentación de las que viven arriba. Siguiendo la receta con la que Tom Ewell conquistó a Monroe solo se necesita: Ginebra, zumo de limón, jarabe de azúcar y, lo más importante, un vaso Collins. Sensualidad y picaresca de lo más refrescantes. ¡Con tal compañía quién quiere tomarla sola! Otra cosa sería beberla con el ex agente de la CIA al que interpreta Robert de Niro en La familia de mi novia. Mas cortante y seco, pero también de lo más provocador. Por eso, en esta situación, mejor prepararlo con una ginebra diferente como la Tropical de Picos. Cautivadora e insolente.

Gimlet, regreso al origen de la ginebra

Mientras Bogart preferiría el French 75. Al menos en Casablanca, allí se bebía de todo, porque en El sueño eterno prefería el Gimlet. Elegante y la auténtica estrella de los speakeasy de los 30, con permiso de Humphrey. Autentico viaje a los orígenes y a la época dorada de la ginebra casera, la de la Ley Seca. Allí tiene sus orígenes.

El de verdad está hecho mitad de gin mitad, de zumo de lima y nada más, para dejar pequeño al Martini. Perfecto equilibrio, por tanto, entre el sabor del cereal y del enebro con la punzante intensidad cítrica de la lima. Llena de personalidad y buenos recuerdos. Más si se prepara con la de O´Ventosela y se disfruta en compañía. Sea cuál sea el cóctel, en eso está de acuerdo la mayoría, la ginebra rara vez se bebe sola.