La elección de los nombres de los vinos de una bodega es siempre una decisión tan difícil como seleccionar las uvas para su elaboración. Nunca es casual. Más allá buscar la fácil complicidad facilitando su identificación, suelen hablar de la tierra, la historia y el origen.
De lo que hace diferente al vino y a la bodega. No son simples de juegos de palabras. A veces sin ni siquiera descorchar aún la botella, con solo mirar la etiqueta, ya se intuye lo que espera dentro.
Y esto es lo que sucede con las de Amézola de la Mora con nombres como Señorío, Viña y Solar. Mientras en el interior de todos sus vinos aguardan calificaciones de más de 90 puntos de algunos de los principales críticos como Robert Parker y Tim Atkim.
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Amézola de la Mora, un Château en la Rioja.
Vinos con sabor a familia
Tres palabras para hacer referencia a una única cosa. A las tierras que han pertenecido a una misma familia desde hace más de siete siglos. Amézola de la Mora es así una de las pocas bodegas que han mantenido durante cientos de años la propiedad de sus viñedos.
Y solo elaboran sus vinos con los frutos de su propiedad, pero eso ya es otra historia. La de esta familia noble riojana se respira con solo cruzar los muros piedra de su bodega. Siglos también de historias bajo los calados subterráneos decimonónicos y en los salones sociales de estilo e inspiración medieval.
Visitarla es una experiencia tan única e irrepetible como probar sus vinos. Pero como en todo, y más si es una cuestión de familia, siempre hay un principio.