Receta steak tartar. El otoño se me está instalando en los huesos, con la llegada de una niebla cansina, meona, con un chirimiri constante, que va iniciando un lento y apagado caer de ojos, y que me hace refugiarme entre los pliegues de la cama, olfateando los olores que sigo imaginando que renacen con solo acordarme y desearlo. Y cerrando los ojos con tal fuerza que me duelen.
Me acabo de instalar en la ventana, con la intención de escribirte esta receta, pero las pupilas se van hacia la longitud de la textura de una capa de nubes grisácea, moteada de negros iridiscentes, que se ha comido media cordillera.
Y me quedo recordando la elegante huida de ayer. Que maravilla. La de un zorro, azuzado por el perro, que salió indignado, pero raudo y elegante, lanzándome una mirada hastiada. Apresurada y en un reojo del Doctor Who.
Un venga hombre. Déjame en paz.
Creo que el Petit Prince tuvo otra relación. Otra textura. Y me apetece un vino que me recomendó Javier.
Y me abro una botella, solo para olerlo. Bueno, y un buchito.
Receta Steak Tartar y Ostras.
Y lo uso de lanzadera para recordar que mañana salgo a verte. Bajaré de la montaña, a pasitos, como cuando vi que el perro ya se acercaba a la cola del que no será mi amigo, y de dos potentes silbidos de cabrero, paralicé la duda, lo justo para que la raposa alcanzase una escobas donde perderse. Y volviese el negro can a por unos golpes de apoyo.
Y al final de la cuesta, un osero se sentó a mirarnos. Beige, no lo conocía. Pero ni ladró. Así que varié en 10 metros la subida, para pasar alejado pero sin perderle el reojo. Pasó de mí. Y terminé de cambiar la ruta al apercibir unos percherones, que era lo que estaba custodiando el mastín.