Diez Caballero, la pasión de cada gota de vino

Bodega Diez-Caballero, una familia, una tradición y un vino. No hay nada que pueda resumir la trayectoria de Diez-Caballero que estas tres palabras. Separadas quizá no digan mucho (familia – vino – tradición), pero juntas sintetizan a la perfección lo que es La Rioja en estado puro.

Donde la pasión por el futuro, el vino y todos aquellos que los beben es clave para sorprender cada vez que se descorcha una de sus botellas. Eso es lo que le pasa al mismísimo James Suckling cuando elige a su Vendimia Seleccionada, por segundo año consecutivo, en el Top 100 de los mejores vinos de España.

También a Robert Parker cuando lo valora con 91 puntos y a otros 3 vinos de la bodega por encima de 90. En cada gota de vino se nota y se siente la pasión de la familia Diez-Caballero

Bodega Diez-Caballero una pasión por cada gota de vino

Pasión familiar

Mucho han cambiado las cosas a lo largo de los años para Victoria Cañas y sus dos hijos Antonio y Victoria Diez-Caballero. Vino por herencia de abuelos y también por pasión.

Siguiendo la fórmula, poco habitual en Rioja, del tradicional Chateau bordelés, la distancia más larga desde cualquier parcela hasta la bodega es de apenas tres kilómetros.

Lo que ahora con los tractores son apenas unos minutos antiguamente parecían distancias insalvables. Tiempos de carros y carretas tirados por bueyes en los que la vendimia se alargaba en múltiples jornadas. Las cosas han cambiado mucho, pero las viñas y los terrenos no.

Los vinos tampoco. Raíces, suelo, familia.

Pasión por el Tempranillo

Y Tempranillo. Todos los viñedos de la familia son de esta variedad, pero su peculiaridad es que están repartidas en parcelas. Quince en total. Muy próximas a la bodega.

Además, todas de propiedad familiar. Riqueza de aromas en rincones con nombres como La media Legua, Los Campos, Regoyos, Las Callejas, El Gallo, Valduengo…

Más de 25 hectáreas sobre las colinas más próximas a la localidad de Elciego. Corazón riojano. Cuna del vino. Al sol de sus laderas maduran frutos centenarios.

De Norte a Sur para que no les falte nunca la luz ni a los terrenos arcillo-calcáreos sobre los que crecen. Siempre respetuosos, con cosechas cortas pero excelentes.

Pasión por tradición

Así es la idea con la que desde siempre se ha trabajado en Diez-Caballero. Con un mimo por los detalles como la propia bodega en la que los elabora.

Pequeñas cosas que pueden pasar inadvertidas pero que siempre han estado ahí. Sobre un antiguo solar que estaba muy próximo a un viejo molino que a su vez producía de una bodega aún más antigua todavía.

Al excavarlo para ponerlo al nivel del suelo es cuando descubrieron que ya existía una cueva previa. El lugar en el que ahora descansan sus vinos. Aún hay más, excepcionales depósitos de hormigón reformados la para microoxigenación, suavidad de taninos y control de temperaturas. Tradición.

Pasión por el vino

Solo así se consiguen los vinos de guarda, llenos de aromas y hermosos matices de color por los que es reconocido Diez-Caballero.

Tradición y modernidad al servicio de una auténtica pasión por el vino. Con tanta personalidad que son perfectos tanto para tomarlos solos durante una charla dejando el protagonismo a la uva y tan sabrosos que pueden hacer un servicio de mesa completo.

Sí, el resultado de un cultivo respetuoso, de viejas uvas fermentadas, criadas en cuidadas barricas…

La síntesis de lo tradicional y lo moderno al servicio de la fruta, consiguiendo vinos de máxima expresión y complejidad.

Apasionados por el futuro, por el vino y por quienes lo beben. Así es Diez-Caballero, una familia, una tradición y un vino.