Vinos y Street Food y es que lo de comer en la calle no es tan nuevo. Vamos, que es algo que se ha hecho toda la vida, aunque parezca una moda algo más moderna. De hecho, es tan antiguo como las pirámides de Egipto o los faraones y casi como el vino, pero vuelve a estar en boca de todos, nunca mejor dicho. No es ninguna broma porque los primeros puestos en los que se vendía estaban en el puerto de Alejandría. Pescado frito, como no podía ser de otra forma, pero sin chips.
Esas llegaron muchos siglos después desde América y a otro puerto. Tampoco se debía parecer en nada al que se sirve en Andalucía con sus boquerones, merluza o bacalao, acedías, calamares y cazón en adobo. Por cierto, eso también es street food y tiene su origen en los navegantes fenicios que surcaron el Mediterráneo en el siglo XIII antes de Cristo.
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Maridajes salvajes para comida callejera
Quizá lo trajeron de allí, desde Alejandría. Y es que la comida callejera tiene más que ver con los platos combinados, el menú del día y el vino de la casa que con cualquier otra cosa. Un poco de todo, rápido y fácil de comer. Ahora en vez de en barcos viene en camiones. Los food trucks tienen también una historia muy curiosa.
Por cierto, los primeros tal y como se conocen hoy fueron lo de los perritos de Oscar Mayer con forma de salchicha y todo. Aunque ya estaban en Estados Unidos cientos de años antes. Eso sí, tirados por caballos y los llamaron chuck wagon.
Fundamentales en la conquista del salvaje Oeste recorrían trayectos de difícil acceso y, por supuesto, carreteras sin asfaltar. Allí donde pudiera haber un cowboy. Sea como sea ahora no hay chef con estrella que no los prepare en algún lugar del mundo.
Fish and chips con una pinta de cerveza o un fino de Jerez
Vuelta a los orígenes. La mayor aportación del Reino Unido al mundo de la gastronomía hasta la llegada de Gordon Ramsay con sus 16 estrellas Michelin. Por cierto, tiene su propia cadena de Fish and Chips en Estados Unidos, aunque es un poco especial. Convertido en auténtico fast food tiene combos en los que se puede añadir pollo y hasta camarones.
Lo que nunca puede faltar son las patatas fritas y el vino con el que maridarlo. Lo clásico es con una pinta de cerveza y si así lo sirven en más de 10.000 establecimientos y puestos en las islas británicas por algo será.
Bacalao es siempre la mejor opción, pero a veces puede ser sustituido por eglefino, merluza y, si hay suerte, por lenguado. También puede ir bien con un fino de Jerez o sherry, en inglés.